01 junio 2006

 

Me gusta el actual sistema educativo, ¡qué le vamos a hacer!

Desde mis inicios en el apasionante mundo de la educación, me he encontrado con personas que han intentado echar por tierra mi optimismo e ilusión apelando al argumento del paso del tiempo. Hace más de una década que vengo oyendo lo mismo: eso lo dices ahora, ya verás cuando lleves unos años; eso lo dices ahora porque eres interina, ya verás cuando seas fija, eso lo dices... bla, bla, bla.

Pues bien, aprovechando que hoy me han vuelto a tachar de ingenua por creer en el actual sistema educativo, quiero decir que después de más de 10 años, sigo pensando lo mismo. Es más, incluso diría que he afianzado ciertas convicciones.

Finalmente, quiero dedicar a tod@s l@s que trabajan para un sistema en el que no creen y bajo una ley que no les merece respeto (por supuesto, también a tod@s l@s que sí confían en nuestro sistema educativo) dos citas de pensadores de reconocida valía. Quizá algun@s también los tachen de ingenuos. Las citas en cuestión dicen así:

Como individuos y como ciudadanos tenemos perfecto derecho a verlo todo ... muy negro. Pero en cuanto educadores no nos queda más remedio que ser optimistas, ¡ay! Y es que la enseñanza presupone el optimismo tal como la natación exige un medio líquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse, debe abandonar la natación; quien sienta repugnancia ante el optimismo, que deje la enseñanza y que no pretenda pensar en qué consiste la educación. Porque educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento. Los pesimistas pueden ser buenos domadores pero no buenos maestros".

(Fernando Savater. El valor de Educar)

Los maestros son los profesionales de la esperanza, los cuidadores del futuro. Cualquier pesimista, escéptico, desconfiado, desesperado debería ser excluido de la profesión. El maestro ha de tener confianza en la inteligencia, en las posibilidades del ser humano, en la posibilidad de alterar el porvenir. El maestro no es pasivo, ni acomodado, ni cobarde. Ha de ser bienhumorado, inventivo, resistente, optimista. En una palabra, sabio”.

(José Antonio Marina)


Comments:
Montse, bajo mi inexperto punto de vista, el que no cree en el sistema educativo en realidad ¿en que cree?. Es la ley que tu tienes que seguir si quieres enseñar, y a la que te tienes que amoldar. Yo no digo que un profesor tenga que estar de acuerdo en todo, pero si en muchas cosas y no perder nunca la esperanza de que para algo va a servir.
Además el profesor que lo es por verdadera vocación nunca se cansa de enseñar pasen las cosas que pasen o digan lo que digan, aunque te hundan siempre vas a querer seguir enseñando. Unos días con mas fuerza, otros con menos, pero eso es lo que en realidad te llena.
Y si tu llegas diciendo que no estas de acuerdo con la ley vigente los alumnos pensarán de ti que para que enseñas.
Por otro lado, no solo consiste en la ley, sino en vosotros, los profesores, en la ilusión y las ganas, algo que ya te puse en comentarios anteriores.
 
muy buen post, y a mí me gistan muchas cosas de la ley, otras no, como en todo, pero no por eso me escudo en ella para nop hacer nada. laura
 
Hola Montse, enhorabuena por tu blog, para mi es un motivo de alegría, es la gente como tú la única capaz de transformar la realidad que le rodea para construir otra mejor.

Es fácil echarle la culpa a la ley para evadir las propias responsabilidades. Creo que pocas normas han sido tan "subvertidas" como la LOGSE, allá donde se hablaba de contenidos mínimos, un número importante de enseñantes ha querido interpretar contenidos máximos o programa a cubir, y así sucesivamente....

Creo que además de optimismo, y la convicción personal de la capacidad del ser humano de apreder y mejorar, hace falta vocación y cuando se carece ella no hay ley que lo remedie.
 
Gracias por vuestros comentarios, Lourdes, Laura y Laumona.
Un abrazo, Montse
 
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